¿Por qué donar ropa y juguetes viejos a países en vías de desarrollo es una mala idea?

Porque es basura. Así de sencillo. Cuando donamos productos de segunda mano, lo único que conseguimos es trasladar nuestros desechos a otros países, sobre todo a aquellos situados en el continente africano, que constituye el principal objetivo de las famosas campañas de donación que vemos en los medios. A pesar de la intención altruista que puedan tener las campañas destinadas a donar ropa, tecnología o juguetes que ya no se utilizan, se trata de una solución que solo funciona a corto plazo. Al final lo que se genera es un círculo vicioso en el que el ciclo de comprar-tirar-comprar se replica en otros países.

En el mejor de los casos, a estos objetos se les dará uso durante un par de meses o semanas, para terminar irremediablemente en el vertedero. Por lo tanto, al enviar una gran cantidad de objetos que en muchas ocasiones acaban resultando inservibles, estamos contribuyendo a generar un problema de gestión de basuras en el país de destino.

Según algunas organizaciones, como la Fundación Vía Sostenible, debido a este tipo de campañas África se ha convertido en un vertedero tecnológico. Según apunta la organización, Ghana sería el país más afectado por la oleada de aparatos electrónicos desechados, siendo su capital, Accra, el mayor depósito de este tipo de residuos. De hecho, en su vertedero se han encontrado restos de plomo, cadmio y otros metales altamente contaminantes que afectan gravemente a la salud.

Tampoco se suele tener en cuenta el enorme gasto que supone enviar todos esos objetos a estos países, que se podría invertir en otro tipo de proyectos destinados a la mejora de la sanidad, las infraestructuras y la educación de estos países. Por lo tanto, es necesario tener en cuenta qué tipo de recursos o de apoyo necesitan estos países antes de comenzar cualquier campaña de donación.

En definitiva, una buena alternativa a la donación de objetos de segunda mano sería invertir en proyectos locales para así contribuir al desarrollo del comercio en estos países.

 

La alternativa: colaborar con proyectos locales para impulsar la economía del país

 La mejor opción si queremos contribuir al desarrollo económico de un país es colaborar con proyectos y empresas fundadas por sus propios ciudadanos. A fin de cuentas, no resulta tan complicado encontrar ropa, utensilios y juguetes en estos países. Muchas veces pasamos por alto la labor que realizan las asociaciones y empresas locales y son precisamente las más indicadas para impulsar el comercio a nivel interno.

Por ejemplo, en la República Democrática del Congo, una ingeniera llamada Thérese Izay, ha desarrollado un robot diseñado para controlar el tráfico de su capital (Kinsasa). Ante el elevado número de accidentes de tráfico de la ciudad y la facilidad para sobornar a la policía, Izay decidió crear una suerte de “Robocop” y encargarle la misión de vigilar el tráfico y detectar cualquier infracción. Estos robots miden más de dos metros de alto, funcionan mediante luz solar y han logrado reducir considerablemente el número de accidentes en la ciudad.

Otro proyecto interesante es Konza Techno City (o Ciudad Tecnológica de Konza), una iniciativa que forma parte del proyecto Vision 2030 del gobierno de Kenia destinado a modernizar el país mediante el desarrollo de su industria.

También en Kenia, se ha lanzado el Proyecto Lucy, una iniciativa impulsada por la empresa IBM destinada a facilitar las tecnologías más avanzadas de computación cognitiva a los empresarios del país para facilitar el desarrollo de soluciones comercialmente viables y así hacer frente a los desafíos que plantean muchas ciudades no solo de Kenia, sino en todo el continente.